Estilo occidental.
Esfera pequeña: disparo en anclaje tangente al eje.
En el estilo de
tiro occidental se utiliza la esfera pequeña, cuyo punto de anclaje de cuerda
es coincidente o próximo al eje de la columna y por tanto dispone de la
superposición del eje de vista. La mano se ancla en la mandíbula y los dedos de
cuerda vienen a alinearse con la columna al posarse sobre la comisura de los
labios desde donde efectúan la suelta.
Este sistema permite gran precisión
frente a otros estilos que retrasan la mano de cuerda pero, paralelamente
constituye un freno para el crecimiento dificultando el disparo lento, pues la
estructura ósea no se haya en equilibrio.
Por esta razón, los disparos de larga
distancia en el estilo antiguo ampliaban la apertura hasta la oreja, lo cual permite una mayor potencia y un mayor
equilibrio óseo con las escápulas paralelas, allá donde la precisión no
resultaba determinante, como descargas de una formación cerrada.
El sistema, ofrece tanto al novel como
resta al veterano, al permitirle creer que puede apuntar, demorando el disparo
e invitando al mental para que elabore complejos cálculos de trayectoria, o se
haga trampas con el fin de aumentar las puntuaciones, marcando el arco para
hacer puntería, o rebajando la potencia.
Evidentemente, este es la razón por la que se han desarrollado sistemas
de auxilio y puntería en el arco occidental; por eso también las patologías de
tiro –como la fiebre al amarillo- son eminentemente psicológicas.
El arco olímpico, pues no puede
prescindir de la precisión, ni de los aparatos de puntería, palía estos
inconvenientes haciendo descender el punto de anclaje por debajo de la
mandíbula. Al acercar al pecho el anclaje
restaura parte del equilibrio, pero a costa de hacerse cautivo de los
instrumentos, abandonando el eje de la boca que es donde mayor espacio
sensorial se refleja en el córtex.
La virtud del sistema occidental reside en una
mejor focalización, pues el arquero se haya en el propio vector de fuerza, no es algo diferente de él, pero resulta
preciso trascender esta técnica para realizar un disparo no intencional.
Incluso si se usan miras y sistemas de auxilio, que éstos entren al final del
proceso sumando, en vez de establecer una negociación con nuestra psique. La
vista solo ha de entrar después, cuando ya haya abierto espacio el corazón,
tendiendo un puente entre las cosas, entre el arquero y su acertero.