¡Hola
Arqueros y Curiosos!
Ya está aquí la primavera y con ella esa explosión de
colores a nuestro alrededor que propicia las ansias de querer vivir el exterior
al máximo. Nuestras plantas empiezan a florecer; el laurel y el romero están
exuberantes y las lavandas empiezan a lucir su color púrpura; de ésta última
voy a hablaros hoy.
No tenía lavanda en el jardín, y el año pasado quise
hacer la prueba en una esquina en la que realmente no crecía nada, porque está
totalmente expuesta a todas las inclemencias del tiempo, y a pleno sol más de
seis horas al día; la Lavanda, ¡sí ha progresado!; de unas diminutas plantitas,
ahora hay una señora mata, y ¡qué bien huele por las mañanas! Éste año, haremos
la primera recolección de flores de lavanda o Lavandula agustifolia.
El nombre de lavanda proviene del latín “lavare”, es
decir, lavar, y esto se debe a que durante siglos fue utilizada para aromatizar
baños; el herborista Willian Turner, en el siglo XVI, describe el uso que se le
daba para el lavado de cabezas “que tienen dentro alguna enfermedad”.
Agustifolia, quiere decir que es de hoja estrecha. También la abadesa
Hildegarde, en el sigloXII, alaba su aromático olor y sus grandes virtudes en
un capítulo titulado “De Lavendula”. Siglos y siglos alabando esta maravillosa
planta que es endémica en el Mediterráneo y que tan poco se ve en los jardines “cuidados”,
aunque ahora que vuelven a ponerse de moda los jardines sostenibles y “saludables”,
espero que se vean grandes matas de espliegos; además, es una sensación muy
relajante ver los mismos colores en el romero y la salvia, y los olores, ¡una
maravilla!
¡Qué contaros de las propiedades de esta preciosidad!, se
ha utilizado desde antes del siglo XI para todo tipo de males; como remedios
caseros para eliminar los piojos, curar heridas infectadas, quemaduras, incluso
mordeduras de serpiente; se ha utilizado como ambientador natural, como agua de
colonia; para evitar a los mosquitos y en general a los insectos, ya que
ninguno la ataca; es relajante, sedante, en infusión es buena para el insomnio
y… os preguntaréis, ¿para qué la usamos nosotros?, pues bien, supongo que
recordaréis los extractos y cómo hacerlos en casa; si ponéis a macerar las
flores frescas de la lavanda en aceite de oliva, o en alcohol, tal como vimos
en los post anteriores, tendréis aceite y tintura de lavanda; pero además, la
lavanda nos “regala” todas sus propiedades si la usamos como infusión y si en
un vaso de agua añadimos una cucharada de flores secas de lavanda (o el doble
si son frescas), tendremos una maravillosa infusión con la que nos podremos dar
masajes en las zonas doloridas después de una sesión de tiro, ya que nuestra
bella plantita contiene más de una veintena de principios antiinflamatorios y
analgésicos; e incluso podremos relajar los pies en agua y añadiendo la
infusión de lavanda, ya que es también antibacteriana y por tanto buena para el
pie de atleta o los hongos. Es buena para las heridas, las picaduras, las
quemaduras, las migrañas… en fin, que ¿quién necesita una botica teniendo unas
cuantas lavandas? Pero… como siempre digo, antes de utilizar algo, preguntad al
experto y por supuesto, atención a las reacciones alérgicas, que no todo el
mundo tolera las plantas del mismo modo.
Un saludo a todos!
Sol
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