Todas las culturas que han
tenido que ver con el arco han desarrollado, de forma más o menos
elaborada y ritual, tanto una arquería
espiritual, como un entorno espiritual para el arquero: técnicas, símbolos,
arquetipos y pautas para alcanzar estados mentales y psicológicos, de tal forma
que fueran idóneas para el tiro, y un eje de vida. El mejor ejemplo, pero no el
único, es el tiro sacerdotal japonés. Estas tradiciones tienen la ventaja de
ser un método aquilatado por el tiempo y la experiencia, pero son también
formas rígidas que permiten pocos cambios y adaptaciones, y por ende no son
parte de nuestra cultura, permitiendo poco a la experimentación más allá de la jerarquía.
Nuestra cultura, tal cual es hoy, ha recibido diversas influencias
en los últimos 200 años que nos permiten,
con un pie en nuestra cultura y otro en todas las demás, y sin perder identidad, proceder a una reinterpretación
de lo propio y ajeno, para buscar nuevos
métodos de síntesis.
Así, la Arquería trascendental sería un método sincrético de tiro,
basado en estados mentales y en la unidad técnica y geométrica que subyace a
todas las formas técnicas.
Me explico: hay una matriz, un cuerpo técnico por debajo de las
diversas técnicas, e incluso de los diversos estilos y variantes culturales, ya
sea el clásico occidental, al japonés, pasando por el magiar. Todos ellos
efectúan elecciones en función del uso, el tipo de arco y otras variables;
suplen las carencias con “ideas”, generalmente una visualización metasensorial
que les acerca de nuevo a ese tronco común a través de planos elevados, es
decir: de lo que ocurre en un plano trascendente, o a través de sensaciones psicofísicas propias
de la meditación. No es raro, hasta los
tiradores de pistola lo hacen en tiro táctico, componiendo figuras que están en
su imaginación: triangulan, proyectan, acompasan la respiración y buscan una
unidad geométrica con el arma. Esta unidad geométrica les permite relacionarse
con el mundo.
Si hay un punto donde las técnicas se separan, también hay un punto
donde se unen y esos puntos coinciden con estructuras geométricas del cuerpo,
de tal forma que se puede fluir de una técnica a otra y, aprovechar si es el
caso, las virtudes de un estilo (por ejemplo la potencia espiritual del
japonés) usando la percepción de esos puntos y efectuando un desplazamiento de
consciencia hacia él, de tal forma que a su vez redunde en el elemento técnico.
De estos procedimientos, los condicionantes éticos y psicológicos no son
ajenos, pues el fondo suele estar condicionado por la forma, que es cauce por
el que se expresa. Lo asumido en el arco condicionará la vida, y ésta la
comprensión del arco. Conviene pensar en esto; no hay elección banal.
El entrenamiento pues, se orienta a la comprensión y percepción de
esos puntos, de los ejes, y de unas pautas que facilitan un estado mental, que
es el que acerca al disparo correcto, las más de las veces certero y siempre
satisfactorio. Fluir en las diversas condiciones de tiro.
Ni el sistema, ni el entrenamiento sustituyen al trabajo y el
entrenamiento ordinario, pero lo potencian y complementan. En el aspecto
técnico tampoco tienen porque haber una sustitución (cada uno tiene su escuela)
pero si constituyen un germen de evolución y un punto de palanca.
Para ello nos servimos de varios entrenamientos, buenos uno a uno,
y que juntos forman un cuerpo físico, técnico y espiritual coherente:
1.- Físico para sensibilizar grupos musculares específicos.
2.- Sobre el anterior, equilibrio, para seguir el mismo fin y un
enraizamiento adecuado. Bases propioceptivas en el tren inferior, y un
principio de equilibrio mental; hacia el fondo a través de la forma. Eje
inferior y eje vertical.
3.-Ejercicios Mixtos
3.1 Ejercicios con bandas y
tiras elásticas, para depurar aspectos técnicos y preparar tanto
a) la materia de
visualización y el uso de “maquinas mentales”,
así como
b) introducir la
percepción de puntos geométricos y respiración sin la presión del arco. Crear
bases propioceptivas en el tren superior. Eje superior y coordinación de los
diversos ejes.
c) Empezar a
experimentar con otros planos, relación con el blanco, nosotros mismos y “el adversario”, nosotros mismos o el
blanco siempre vivo, el desplazamiento de consciencia y la unidad.
3.2 Ejercicios de coordinación y atención, bien de focalización,
bien de centrado. Cambios del haz de atención.
4.- Respiración: diversas técnicas
para adecuar los diversos tipos de esfuerzo muscular según técnica y
estilo y, sentar una base de
visualización y meditación o tiro con un mental acallado.
5.- Relajación, y visualización (con elemento propioceptivo) que
redunda en el aspecto técnico, en las sensaciones de tiro, y en la conexión con
el blanco. Vacío mental.
Todo esto se ha de combinar con el tiro y unas visualizaciones de
tiro, que permiten agrupar los diversos elementos sin mental parlante, pero
como veis, se puede permanecer mucho tiempo sin disparar una flecha; todo
depende del orden y disponibilidad que nos demos.
Y lo que se propone es una pauta de meditación, un arte marcial,
una vía de autoconocimiento, en la que el arco es un axis mundi. Mas, los
efectos, si os escucháis bien, se producen casi desde el principio, por eso se
espera el reporte de lo que experimentáis, de vuestras experiencias, y la
aportación de todo aquello que habéis vivido y redunda en esto, en vosotros
mismos, y en los demás. Todos somos alumnos, investigadores y maestros en
proporción variable.
Un principio.
En Madrid a 20 de mayo de 2013
Rafael Marín